Paulo Freire se ha transformado en una especie de karma para los educadores y educadoras populares latinoamericanos. En una imagen santa para la billetera. En un amuleto. Por eso, mientras releía sus palabras de su última visita a Chile, poco antes de su muerte -hace ya 10 años-, noté con sorpresa como se definía, en entrevistas diferentes, pero, en el fondo, al mismo tiempo, como un educador “postmoderno y progresista” y un “educador de los lugares comunes”. En vista de tamaña provocación, sentí que era necesario adentrarme de una vez en un debate pendiente para los educadores y educadoras populares del continente: el de cómo describimos el mundo del hoy o, como diría el mismo Freire, el problema del cómo vamos a nombrar nuestro «aquí y ahora». Y eso implica, si hacemos eco de los últimos debates desde las Ciencias Sociales –las llamadas a crear lenguajes para comprender la realidad-, encarar el concepto de “postmodernidad”. Por lo mismo, lo que sigue son reflexiones –muchas veces dispersas- de un educador popular latinoamericano frente a uno de los más «globalizados» nombres con que se intenta aprehender el presente. Sobre sus límites, sus aplicaciones, sus adecuaciones y trasvasijes. En el fondo, sobre su «utilidad» en la comprensión de nuestro particular presente y en la práctica misma de la renaciente educación popular en nuestro país. Es decir, un desafío que incluya lectura de palabra y lectura de mundo: un desafío freiriano.
Fauré Polloni, D. (2008). Toda la vida es ahora. Ventanas abiertas mirando al postmodernismo desde la casa de un educador popular sudamericano. Revista Némesis, (6), 61–74. Recuperado a partir de https://congresotransporte.uchile.cl/index.php/RN/article/view/66606